Hace tiempo que no veía una película tan sencilla y que me sorprendiera a pesar de tener un argumento y final muy previsible. David Lynch, que le recuerdo como director de Dune hace una buena película que aunque yo la he visto ahora ya tiene sus años(1999).
Está basada en una historia real sobre un anciano llamado Alvin Straight que viajó desde Iowa a Wisconsin montado en su segadora de cortar césped John Deere y que tardó en llegar seis semanas. Alvin realiza el viaje para ver a su hermano que se encuentra enfermo y con el que no se habla desde hace nueve o diez años. Debido a su falta de dinero y de visión decide hacer el viaje solo, con su segadora.
En el viaje Alvin se encuentra con diferentes personas con las que tiene conversaciones sobre aspectos de la vida y de su pasado. Desde sus experiencias, da consejos u opiniones, frases de las que te hacen pensar de verdad, sobre la familia, el disfrute de la vida, la amabilidad, los recuerdos de la guerra. Aunque es un poco lenta tiene algunos puntos divertidos aunque no es precisamente lo que busca el director, en su desarrollo muestra aspectos simples de la vida y tan importantes entre nosotros.
Pero la parte que más me gusta es el final. Todo el viaje tiene es una paradoja y que se haya realizado en una segadora que a 10 por hora tiene un sentido que se descubre en las últimas palabras de su hermano. Todas las personas que le ven le preguntan por qué va en una segadora e incluso se ofrecen a llevarle hasta donde está su hermano, pero él no quiere, porque ello tiene un significado. Bueno y aquí ya paro y os dejo con la miel en los labios…
