Hace unos días vi la película Medianoche en París de Woody Allen. Me encantó, la temática y la ambientación literaria y artística. No es una película para tirar cohetes pero me gustó bastante por una simple razón: me hizo reflexionar sobre algunos detalles y cuando eso ocurre significa que de verdad ha tenido un impacto sobre ti. Una de esas reflexiones y que luego me he dado cuenta que es el punto clave sobre el que gira (por lo menos para mí) la película es “el síndrome de la edad de oro”. ¿Y qué es? Ocurre cuando una persona considera que un tiempo pasado siempre fue mejor que el que viven, que serían más felices viviendo en él y su sueño sería quedarse en esa época. Todo gira alrededor de ese tiempo, sus aficiones, sus obsesiones, sus intentos de recuperarlo. Esa “edad de oro” se idealiza con el paso de los años o se hace más fuerte cuanto más la conoces hasta el punto de no ver otra vida mejor que la imaginada del pasado.
Supongo que hay personas que lo llevan a dicho punto y se recrean sobre épocas maravillosas o donde hubo acontecimientos importantes en la historia, pero si lo trasladamos a lo más cercano, a nuestra vida «real» dicho pensamiento lo hemos tenido todos alguna vez. Quién no piensa que sería feliz si viviera de nuevo en unos años pasados que están en nuestro recuerdo. Lo hacemos y los adoramos, los mantenemos vivos mediante conjeturas pintadas de pequeños recuerdos. Incluso en ocasiones nos llevan a derrumbarnos.
A veces creo que es un engaño que nos hacemos a nosotros mismos para no ver el presente (y el futuro), es un deseo de escapar de nuestro día y volver a aquellos tiempos en los que existió la felicidad. No existe una edad de oro, la anhelamos por su lejanía, por su imposibilidad, por la necesidad de tener un ideal para compararlo con la actualidad siempre penosa. Si se nos concediera el deseo de vivir en nuestra edad de oro, en unos meses tendríamos otra nueva que desear. Tampoco existe la edad de oro en nuestras vidas, existe la felicidad de unos días, nada más. A pesar de ello, seguiremos pensando: ójala viviera en esos años donde todo era tan…pues eso, que iré a la plaza a esperar que suenen las campanadas de la iglesia y que venga a recogerme una nave espacial que me traslade al año 2061, sería una extraña mezcla entre Medianoche en París y Regreso al futuro…
Compartir:
Gallinita Ciega
16 febrero 2012 at 11:09Completamente de acuerdo, no existe la edad de oro en nuestras vidas. Lo que ocurre es que tenemos "idealizadas" determinadas épocas vividas. Por eso creo que sería un desacierto repetirlas.
Existe un dicho que dice algo parecido a "No regreses a un sitio del que conserves muy buenos recuerdos". ¡Qué verdad tan grande!. Es mejor conservarlos. Probablemente esos sitios sí continúen igual, pero lo veremos de forma distinta porque en realidad los que hemos cambiado somos nosotros.
Vamos a seguir el consejo que nos da "El sueño de Morfeo" en su nueva canción:…"no mires atrás porque lo mejor está por llegar"…
Hay que ser optimista . Un saludo y muy buena reflexión!
Rodrigo Martín
16 febrero 2012 at 12:06Qué bonito sería vivir en esa edad de oro…
Sí, está claro que el ser humano siempre queremos lo que no tenemos. Y cómo lo que no tengamos sea imposible de tener, lo desearemos con todas nuestras fuerzas. Pero… ay amigo, ten cuidado con tus deseos, no vaya a ser que se cumplan.
Me gusta lo de “el síndrome de la edad de oro”. Yo hasta hoy siempre lo había pensado como el síndrome de Don Quijote, que sin duda lleva esta locura del amor por un tiempo pasado a un paso más…
¿O quizás no? Puede que Gil sea precisamente un Quijote de nuestro tiempo que haya cambiado los molinos y los gigantes por bares y lavanderías.
Aparte de esto, creo que esta sensación de que cualquier tiempo pasado fue mejor está muy arraigada en nuestra cultura. Si no, solo hay que escuchar durante 10 minutos a cualquiera de nuestros abuelos para escuchar la típica frase de: En mis tiempos… o más aun: si Franco levantara la cabeza…
En fin, como todas las locuras, pienso que no están mal. Solo hay que saber vivirlas con moderación. Yo por ejemplo, de vez en cuando pienso que estoy en la edad media y que voy a luchar en una justa por una dama. Y por un ratito ¡soy super feliz!. Pero claro, luego vuelvo a la realidad y sigo siendo igual de feliz con la gran época que nos ha tocado vivir… Y me digo: Oye, aprovéchala, que seguramente en cien años esta época sea la edad de oro de alguien que daría lo que fuera por estar donde nosotros estamos ahora mismo.
Petra Acero
16 febrero 2012 at 20:01No he visto la película, pero para hablar de "la edad de oro" de cada uno, creo que no necesitamos "más películas". Antes creía que había sido tan feliz en ni niñez y juventud, que a partir de entonces todo iría menguando. Con los años te haces más sabia, es verdad, menos idealista, más momentánea y sibarita… Pues ahora me admiro pensando lo feliz que soy esta tarde; en la suerte que tengo de tener tres amigos; en que estoy deseando ver a mis hermanos, en hablar con mi madre; en que sonrío al pensar en mi padre y disfruto haciendo salmón con cebollita caramelizada el domingo con mi marido… Todo más cercano, más inmediato, más real.
Me está gustando mi vida. Cada momento tiene cosas buenas, que no me quiero perder pensando o recordando ninguna edad de oro "pasada". Creo que faltan tantos momentos dorados por venir…
¿Tú no, Akaki?
Akaki
16 febrero 2012 at 23:59Gallinita ciega: Si, es una verdad grandísima. Y para la vuelta inevitable a un lugar donde viviste, y que sería tu posterior edad de oro que viviste, he conseguido una técnica: Pisar encima de ese recuerdo propiciando otro nuevo. A veces funciona, otras es un desastre, un hemorragia insalvable, jaja
Rodrigo Martín: Es cierto, ese pensamiento está muy arraigado en nuestra cultura y por tanto en la literatura. Hace poco leyendo Las Ratas de Miguel Delibes me quedé con una frase que repetía constantemente el viejo cuando le hablaba al Nini: Cuando yo era mozo… cuando yo era mozo… Es lo mismo, y esa idea se remueve en tu cabeza llegando a agotar. (Lo espléndido de El Quijote es que tiene todo lo deseable en un libro, jodidamente todo.)
Sobre el Si franco levantara la cabeza. Hace tiempo, andando por el barrio Salamanca y colón en Madrid(el lugar es relevante) un hombre de mediana edad barría la entrada de un museo. Según pasé a su lado le oí decir un pareado: Franco resucita que el pueblo te necesita. Independiente de la agresividad que experimenté en ese momento, me di cuenta de cuál era su edad de oro y se quedé en pelotas ante mi imaginación.
Hay que aprovechar, ¿nunca se sabe cuando puede ver una nueva edad de oro, no?
Petra Acero: A menudo la "edad de oro" deseable viene cuando no estás contento (o lo suficiente contento) con tu vida actual. Y lo considero algo normal, ante una vida insatisfecha el síndrome florece. Este tipo de cosas se dejan ver en los ojos de las personas. Yo percibo tu felicidad, Petra Acero, en tus ojos brillantes.
Sobre mi, estoy a gusto, contento con mi pistola y pintas de vaquero, pero no lo feliz que deseara simplemente porque me faltan piezas que descubrir del puzzle. Y no estoy hablando de sueños imposibles, deseos frenéticos que cambian por completo la vida de una persona, como nos cuenta la televisión. No. son sencillos. Tampoco me preocupa, se que llegarán. Es como un puzzle en construcción o una lista de la compra (me has dado una idea de reflexión para mi próxima entrada, ya veréis).
Por eso yo de momento pienso que mi edad de oro está en el futuro, ¡viajaré al futuro!
Agradezco vuestro tiempo de reflexión aquí plasmado.
jorge
17 febrero 2012 at 08:06Yo creo que ese “síndrome de edad de oro” nos surge por el miedo al futuro, a no saber qué puede pasar mañana. Ante ese miedo te aferras a momentos anteriores en tu vida donde fuiste feliz.
Yo comparto lo que dice Petra, no hay persona más rica que aquella que sabe disfrutar las buenas cosas de cada momento, hay que saborear el momento para tener muchas “edades de oro” y para no necesitar volver atrás para tener que sonreír.
Buen día a todos!
Akaki
20 febrero 2012 at 13:53Más que miedo al futuro veo una melancolía a una idea de felicidad que no posees o un pasado en que fuiste feliz y no puedes volver. El miedo puede resurge cuando ves la realidad de que no puedes conseguirlo…
un saludo!
Unknown
12 mayo 2016 at 22:45Hola gracias por este post. Creo que hay cosas muy positivas de épocas pasadas, como de épocas actuales, pero hay un detalle q si creo q algunos podemos extrañar de antaño, x lo menos a mi me sucede.. y es que la vida era mas calmada, sin tantas prisas, había "sobre mesa" después de la comida, sin celulares ni internet todo el tiempoo a toda hra, sin tanto sobreestimulo alrededor. Esa época tenía una magia especial.
Akaki
19 mayo 2016 at 15:47Tienes mucha razón, en la actualidad prima la rapidez, lo instantáneo, la necesidad de quererlo todo en el momento, dejando a un lado una vida más calmada y tranquila, incluso se puede decir que más acordes vivir el aquí y ahora. Gracias por comentario Silvia!
Artículos relacionados
Se nos va la vida
La teoría de Godwin o por qué citar a los nazis significa el fin de una discusión
Darse cuenta.
Tal vez no crea en las señales
Anatomía de una oficina: los sureños
Anatomía de una oficina: el loro atormentado