Eugenia estuvo horas diseccionando el cuenco donde apilaba todos los bolis, rotuladores y lápices de la casa. Era un recipiente negro, porque el negro vale para todo y nunca se mancha. A veces estaban tan apretados que no cabía ni uno mas. Era entonces cuando vaciaba el cuenco entero sobre la mesa, los inspeccionaba con los ojos y luego recordaba…