Por favor, personas con escrúpulos no sigáis leyendo. Quien diga que en algún momento no ha sentido la necesidad estrepitosa de sacarse un mocardo porque está dificultando su circulación respiratoria o está jugando con nosotros con un sube y baja, miente. Y si encima tenemos el agravante de que esto ocurre en un transporte público como el metro, estamos metidos…