Estamos en las colmenas y sientes la brisa que viene del rio, el cielo está claro y los abejarucos sobrevuelan la casa agrietada. Notas el zumbido de las abejas según te acercas a las colmenas, ese zumbido que da miedo pero que también amas. Y allí está él, en la puerta. En el almuerzo comiendo pan tostado y chorizo, con vino de sus viñas sobre la mesa y otro vaso de aguardiente para después. Mira de frente las colmenas, las abraza con su mirada igual que lo hizo con la gente que le rodeaba, y sin mirar atrás.
Qué haces cuando alguien se va, se va de este mundo para dejar vacíos mucho espacios. Ves su imagen, sus palabras, sus historias, ves su vida. Y no sabes que decir. Quedan recuerdos, solo eso, recuerdos. Siempre pasarán por mi mente lentamente aquellos momentos por los que fuiste una persona importante para mi. No fue por ser mi abuelo, sino por lo que fue. Fue por todos sus consejos para crecer, palabras que sonaban fuertes, historias que te engullían, momentos inolvidables. Era tan simple como visitarle un dia en su hogar en las colmenas, solo eso.
Tengo tantas frases suyas en la cabeza, pero solo diré unas, las últimas palabras antes de irme a Inglaterra, son esas las que una y otra vez vuelven a mi cabeza: “Lo que vas a hacer, es como al mili, no es exactamente igual como es ahora porque los tiempos han cambiado mucho, pero aprenderás las mismas cosas que todos, como tu padre, tu abuelo, todos. Vas a aprender varias cosas importantes: “aprenderás lo que significa estar alejado de la familia, aprenderás tener que arreglártelas tu solo para sobrevivir. Aprenderás que en esta vida nada es regalado, y que tú mismo deberás seguir adelante. También verás lo que cuesta ganarse el pan. Está bien que vayas, porque así se da cuenta uno de cómo es la vida.”
Eso fue lo último y tuve la suerte de despedirme de ti, aunque no creía que fuera para siempre. Pero aquí estoy abuelo, cogiendo esto con las dos manos y con fuerza como me dijiste, y así seguiré, como te hubiera gustado que fuera, como te prometí. Hasta pronto.
Aquí dejo una canción y unos versos:
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«Recuerde el alma dormida» de Jorge Manrique |
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Recuerde el alma dormida, |
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avive el seso y despierte |
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contemplando |
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cómo se pasa la vida, |
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cómo se viene la muerte |
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tan callando, |
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cuán presto se va el placer, |
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cómo, después de acordado, |
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da dolor; |
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cómo, a nuestro parecer, |
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cualquiera tiempo pasado |
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fue mejor. |
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Anónimo
12 noviembre 2007 at 22:08Gracias.
Anónimo
14 noviembre 2007 at 15:39Es una gran suerte haber convivido
con él, la verdad es que ha sido, es y seguirá siendo una persona digna de admiración por su profunda eficacia.
Anónimo
25 noviembre 2007 at 18:00Es una de las perssonas mas sabias, y no de libros que he podido conocer, apreciar y querer.
Erauna persona integra y admirable.
Gracias por haber estado ahí.
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