Navidad nevada / Feliz Navidad VII

Mantengo el mismo título que todos los años, pero lo cierto es que esta Navidad es poco nevada. Las mañanas son frías y se disipan a lo largo del día dejando solo rastros de un frío invernal sobre la superficie del suelo, como una neblina sin importancia. Me gusta el invierno y este año no lo encuentro. Un momento. Tal vez esto no sea del todo cierto. No es que me guste el invierno sino que me gusta ver la diferencia de estar dentro y fuera, la diferencia de la calle congelada y el calor del hogar, la diferencia entre los coches que les cuesta arrancar y las luces siempre encendidas del bar, la diferencia entre el viento frío en la cara y los besos tiernos en la mejilla. Si no hubiera invierno todo tendría menos valor porque no somos conscientes de algo hasta que no lo echamos en falta.

El tiempo pasa y empiezo notar en mi cara las cosas importantes en la vida. No es un objeto valioso, no es un día del año, no es un número premiado, son las personas, el tiempo que pasamos con ellas y la huella que dejamos en sus vidas o nos dejan ellos en las nuestras. Saber que en un momento concreto y en un lugar preciso tú influiste en alguien para hacer que su vida tomara sentido. Como resultado, te regalan sonrisas, abrazos y besos que llenan los corazones. Tenemos la suerte de ser humanos, tenemos esa fuerza interior de transmitir más allá de las palabras. Es dejar a un lado los pensamientos y sentir a quien tienes cerca, sentir que le ocurre, sentir que le preocupa, sentir sus ilusiones, sentir qué necesita, sentir su piel como si fuera tuya y estar, a veces simplemente consiste en estar. Digan lo que digan, cada vez estoy más convencido de que hay algo mágico entre las personas fuera de toda racionalidad y lógica. Es triste no creer en ello, es triste no creer en la magia.

Estate con los tuyos y aprovéchate del cariño que nos transmiten. Navidad Nevada y Feliz Navidad. ¡Hasta pronto vaqueros!

[Foto: Vlad Studio]