Tenía que relatar, sin duda, la experiencia que tuve un fin de semana con un jubilado en Inglaterra. Mediante una organización que colabora con la universidad me aventuré a pasar un fin de semana en una “casa inglesa”. Los caseros suelen ser voluntarios, generalmente gente mayor que invita a estudiantes internacionales a su casa para pasar el fin de semana y también conocer diferentes culturas y disfrutar de unos días. Tras los trámites al final Vernon sería mi casero, un hombre mayor, religioso, hace algunos trabajos en la iglesia y director del coro de una iglesia de Congleton(no muy lejos de Manchester).
Quedamos en la estación de Stoke-on-Trent donde vendría a recogerme. Nos dimos la mano como saludo y entonces es cuando empezó la odisea. El hombre era bastante majo y hacía reir con cualquier cosa. Lo más gracioso era que tenía un compañero de viaje, que le llamaba Roger, y creo que nunca había conocido un compañero tan pesado y cansino como aquel. Antes de que empecéis a pensar equivocadamente su amigo Roger era un aparato que tenía delante del volante que avisaba cuando había y control de velocidad, para que no se pasara y hasta que pasaba el control, pitaba de una forma descomunal, pi pi pi, que incluso a veces teníamos que parar de hablar. Entonces el enseguida decía: te oigo amigo Roger! El asunto es que era una aparato que quería llevar porque ya le habían quitado 6 puntos del carnet y no quería perderlo así que el amigo Roger ya le avisaría de vez en cuando ir despacio. Como estas pequeñas cosas había miles en mi visita que me hacían reir a pierna suelta.
Al llegar a Congleton y habiendo pasado diez o doce detectores de velocidad me enseñó la casa, grande y me explicó algunas cosas de necesidades básicas. La casa tenía muchas cosas antiguas y estaba llena de recordatorios o regalos, la mayoría procedentes de otros que se l habían regalado. Casi sin tiempo de relax, nos pusimos a hacer la cena. Bueno ya lo tenía casi todo preparado y lo hacía pero yo me ofrecía de pinche observado. La cena excelente, cordero al horno con patata, brócoli y otras verduras. Umm, estaba buenísimo, y aunque ya no podía comer más no pude dejar nada en el plato porque me parecía algo no “polite”, así que salí del salón explotado. Nos sentamos un rato, charlamos sobre lo que solía hacer por las semanas y enseguida nos fuimos a una sesión que tenía de coro que tenía esa noche en la iglesia, me invitó a ir y yo pro supuesto acepté. Así que allí en la iglesia con un libro de canto de la biblia, rodeado de hombre y mujeres adultos que alguna vez me echaban algunas mirada agradable, estaba yo al lado de Vernon escuchando como cantaba, y la verdad, es que daba gusto oírlos. Me entraron ganas de echarles un cante hondo allí mismo pero me abstuve y decidí solamente hacer un poco de claqué con los pies. Después de la sesión fuimos todos a tomar el té, y me di cuenta que en la propia iglesia, al final, había una zona de juegos para niños. “Que avanzados estos ingleses” pensé. Eran avanzados o es que hace mucho que yo no visitaba una iglesia española.
Cuando llegamos a casa le pregunté la diferencia entre iglesias y ya me contó toda la historia del pueblo, decidimos que podíamos hacer en el fin de semana hasta que pusimos la televisión se empezó a dormir y ya decidí irme yo a la habitación.
Al día siguiente me preparó un huevo frito con beicon y salchichas para desayunar, un auténtico desayuno y decidimos ir a Chester una ciudad grande que había cerca, no muy lejos tampoco de Liverpool. Era una ciudad muy bonita con típicas casas negras y blancas y muy turística, con murallas romanas y una catedral muy antigua. Allí Vernon me explicaba todas las esculturas y como era la catedral, a lo yo estaba encantado claro, era mejor que un guía. Recuerdo que en la catedral entramos de estrangis, enseñó dos tarjetas especiales(de él las dos,repetidas) de su parroquia y entramos gratis. Y parecerá gracioso pero comimos en la propia catedral, en lo que era un antiguo comedor de los monjes, con las vidrieras, pilares, etc., bastante curioso. El terminar dimos otra vuelta por la ciudad mientras me explicaba todas las cosas: la historia, curiosidades, las tiendas. Una bonita ciudad y en la catedral había en el patio interior una escultura preciosa que simboliza de una forma bastante modernista una escena de la crucifixión de Jesucristo.
Volvimos a Congleton por la tarde y descansando tomando unas galletas y un té mientras hacíamos crucigramas juntos. A mi se me dan mal en español, asi que imagínate, solo acerté en una ocasión una palabra, pero de tres crucigramas claro. Llegó la hora de la cena y fuimos al fish and chips, que me dijo que era lo que hacía todos los sábados. Echamos sal y vinagre al pescado y las patatas y ala a comer. Esta vez si que dejé mucho de las patatas porque ya no podía comer más, pero no importó porque tenía enseñados a los pájaros de su jardín a comerse las patatas del sábado a la mañana siguiente. Esa misma noche le llamaron para decirle que había un concierto de órgano y de coro así que me ofrecí y fuimos encantados. Nunca había estado en uno y suena bastante bien, no como los Iron Maiden pero si mucho más armónico y que te dejaba los pelos del punto(como en el video). Hubo un descanso en el concierto y nos tomamos unos pinchos, que por cierto estaban malísimos, me comí uno que parecía que comieras puerro crudo con una galleta.
Se terminó el concierto y para casa, nos sentamos en el salón, nos pusimos un chupito de Brandy y me contó un poco de su vida, unos cuantos chistes de que la guerra se acabó porque Hitler se dio cuenta que empezaba su carrera en las fuerzas aéreas junto a sus amigos y muchas historias interesantes. Hasta que ya agotados nos empezábamos a dormir, y de nuevo me fui a la habitación, sin decir nada, porque esta vez estaba roque.
Al día siguiente me invitó a ir a misa(me parecía interesante ver una misa en inglés), pero el caso es que se me olvidó levantarme a la hora y se fue él, dejándome una nota, con las llaves de la casa para si quería salir a dar un paseo. En todo ese tiempo me entretuve viendo la tele y examinar la casa, me encantaba la mesa de escritura que tenía y decidí que de mayor tendría una como esas. A mediodía comimos nuestra última comida donde abrimos la botella de Codorniú que le traje de regalo. Comida buenísima y de nuevo lleno, unos crucigramas y dentro de poco vuelta a Loughborough, pero antes un paseo por el pueblo y las afueras. Con el paraguas en la mano y abriéndolo de vez en cuando me enseñó el pueblo y las praderas inglesas y volvimos a casa. En una hora me llevó a la estación, últimas despedido, le deseo “all the best” y me dice que espera que vuelva a hacer otra visita antes de volver a España. Vuelta a casa.
Y así fue el fin de semana con Vernon muyrápido porque hay muchas cosas, pero más o menos fue así. Por último, pongo un vídeo con algunas imágenes más y de fondo un cachito del coro en el concierto en Congleton. Cuando termine los exámenes vuelvo a hacerle una visita, a ver que tiene preparado para mi esta vez…
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